LOS MANGOS DE LA FELICIDAD
Compartimos hoy el último de los microrrelatos premiados, es uno de los dos segundos premios, repartidos “ex aequo” entre dos relatos que el jurado en sus deliberaciones ha valorado de igual mérit en el “1er CONCURSO DE MICRORRELATOS de Oxfam Intermón”.
El Jurado está formado por Mónica Santafe y Antonio Donaire y los miembros del Consejo: Elisa Latre , Victor Gómez, Fernando Lavid, Luis Javier Martínez González.
Sin más, os dejamos con el relato, se titula “LOS MANGOS DE LA FELICIDAD” y su autora es Míriam Gonzalo Colás, voluntaria de la tienda de Comercio Justo de Valencia, ¡esperamos que lo disfrutéis!
“Todos los sábados me levantaba en la gris Bruselas para ir de voluntaria a la tienda de comercio justo de Oxfam.
En plena calle comercial del centro de Bruselas, se encontraba esta diminuta tienda. Allí me esperaba Sara. Sara era del Congo belga y pese a ser refugiada en Bélgica tras un difícil pasado en su país, tenía una alegría contagiosa. Sara acostumbraba a llevar ropa divertida y el pelo con bucles de colores diversos. “Me encanta tu pelo”, le dije. “El secreto africano son las pelucas”, me respondió riendo.
Trabajar con Sara era un aprendizaje continuo. Cada tarea estaba llena de historias y anécdotas que yo escuchaba entusiasmada. Abrí el pedido de joyería y me dijo señalándola: “Esta es plata de Niger, la reconozco por sus detalles grabados. La hacen los tuareg”.
En ese momento, entró un señor africano.
“Es del oeste de África” susurró Sara. “¿Cómo lo sabes?”,le pregunté. “¿No reconoces tú a los suecos o a los españoles? Yo reconozco a los africanos.”, me respondió con una divertida sonrisa.
El señor se paró en la sección de alimentos y se quedóperplejo mirando los paquetes de mangos deshidratados. Me acerqué a él diciendo: “Mangos deshidratados, uno de nuestros productos más vendidos”. “¿Lo dice en serio? Nunca me los había imaginado así”, me contestó. “Claro que se venden mucho. Pero ¿los conoce de otra forma?”.
“Si, señorita, vengo de Burkina Faso y soy uno de los productores. Nosotros los cortamos y los ponemos en las secadoras. Nunca los había visto embalados”.
En ese momento levantó la cabeza y dijo emocionado: “Hoy me ha hecho inmensamente feliz”.
Lo que él nunca supo es que no sólo me alegró el día sino que este encuentro me dejó un recuerdo para siempre.”