Informe Oxfam Cadena de Valor
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Dentro de nuestro objetivo está mantener informadas a las personas que, como nosotros tienen como objetivo construir un futuro sin pobreza. Por eso hoy te compartimos este informe que hemos preparado sobre la cadena de valor de los productos para que conozcas la historia de los productos que compras.
El comercio es una actividad humana con capacidad de crear desarrollo y prosperidad tanto para los que producen y venden como para los que compran y consumen. Pero esa capacidad no siempre se materializa. El comercio internacional de materias primas de origen agrario –lo que en general denominamos commodities en inglés– es una prueba de que no siempre se cumple. Productos como el café o el azúcar de caña, en la mayoría de los casos, no están generando mejoras en quienes los producen. Incluso en algunos casos están generando más desigualdad. Empezando por la estructura de una cadena de aprovisionamiento en la que unas cuantas empresas multinacionales controlan la mayor parte del mercado y acaparan la mayoría del valor pagado por los consumidores. Resulta significativo que sólo el 11% de lo que finalmente se paga por el café, recaiga en los países productores –y apenas la mitad lo reciben quienes lo cultivan–.
Pero además hay otras imperfecciones en este mercado como es la influencia en los precios de factores que nada tienen que ver con la oferta y la demanda. En efecto, los mercados primarios de commodities tienen siempre asociados otros mercados de “derivados” o “secundarios” que negocian productos financieros como los futuros o las opciones, en donde aproximadamente la mitad del dinero invertido no tiene ningún interés ni en vender ni en comprar productos como por ejemplo el café. Son inversiones especulativas que en ocasiones “se refugian” en estos mercados buscando una estabilidad que no encuentran en otros, pero que con su entrada y su salida originan volatilidades en los precios con consecuencias muy importantes en los mercados primarios y, por tanto, en los productores.
También resulta sorprendente comprobar que haya países exportadores de café fuera de las zonas tropicales donde se cultiva y que estos países formen parte de los denominados paraísos fiscales. Seguramente la explicación es que se está realizando una triangulación del comercio que busca dejar todo el beneficio de las operaciones en las filiales radicadas en estos países, para así pagar el mínimo de impuestos. Es una elusión fiscal que perjudica a las haciendas de los países consumidores y, sobre todo, a las de los productores que mayoritariamente son países en desarrollo.
La propia Política Agraria Común de la UE se plantea en algunos casos como una práctica que perjudica a millones de productores en países en desarrollo –y a millones de consumidores en los países de la Unión–. Y lo hace para mantener algunos privilegios como los de la industria azucarera europea.
Y por último, el comercio de estos productos tiene una tendencia a buscar producciones en grandes plantaciones en detrimento de un modelo agrario a pequeña escala que se demuestra más sostenible tanto para las personas como para el medio ambiente.
El resumen de lo anterior es la ausencia de orientación a las personas. Prevalecen intereses económicos que abusan de las lagunas en los acuerdos internacionales y de las diferencias en las legislaciones para obtener mejores réditos.
¿Qué pueden hacer los productores? Particularmente los campesinos y campesinas a pequeña escala pueden agruparse en cooperativas, salvando así algunos eslabones que no añaden valor y sí coste a la cadena. Y pueden vender en condiciones de Comercio Justo accediendo así a una relación comercial estable, que cuenta con un precio mínimo que asegura unas condiciones de vida dignas, y que puede generar una financiación previa al trabajo a realizar. Y además verán oportunidades de desarrollo comunitario vinculado al Comercio Justo y estímulo para la agricultura a pequeña escala y ecológica. Pero hay un problema: todo esto pasará si hay una demanda de sus productos en estas condiciones.
¿Qué pueden hacer los consumidores?
Pues precisamente pueden hacer real esa demanda. Para ello deben de existir las alternativas a su alcance. Y ahí es donde propuestas como la gama de productos Tierra Madre de Oxfam Intermón juega su papel, estando presentes en la mayoría de supermercados y tiendas de Comercio Justo, asegurando productos de calidad y precio satisfactorios, y manteniendo esas relaciones con los grupos productores que alimenten este sistema.
Curiosamente, esta cadena de valor empieza por el final. Empieza con las decisiones de los consumidores y consumidoras que no quieren que prevalezcan los intereses económicos por encima de los intereses de las personas. Y que deciden comprar productos de Comercio Justo. Y acaba con millones de campesinos y campesinas en todo el mundo que acceden a la oportunidad de tener una vida digna a partir de su trabajo. Es una cadena de valores.
Si quieres saber más, descarga nuestro informe sobre la cadena de valor de los productos: