Conoce la historia de Juana Lourdes

Juana Lourdes Pineda es una productora de café reconocida en la comunidad de Yanke Número 2 ubicada en el departamento de Jinotega. Ella tiene un rostro amable que refleja su personalidad alegre pero decidida, la cual ha forjado a través de las duras experiencias que ha tenido su infancia. Sin embargo ella sonríe cada vez que cuenta su historia de vida para demostrar que todos los obstáculos se pueden superar si hay perseverancia para alcanzar cualquier meta.
Ella tiene un alto sentido de la responsabilidad familiar, desde temprana edad tuvo que ayudar a su madre a cuidar a sus hermanos, también ayudaba a su padre le ayudaba en la venta de cerdos para sustentar su casa.
En su infancia recuerda los días donde cargaba a uno de sus hermanos en una canasta donde llevaba ropa para lavar con su mamá en las orillas del lago de Apanás, un lago artificial que se construyó en 1964.
Antes de llegar a ser productora, Juana Lourdes buscó alternativas para ser una mujer económicamente independiente de su familia. Como muchas adolescentes en zonas rurales, decidió irse del seno familiar con su primera pareja, con quien mantuvo una relación por más de 15 años, en todo ese tiempo, sufrió por las continuas infidelidades de su esposo y fue víctima de violencia intrafamiliar.
“El me golpeaba, me traía a sus amigos borrachos a la casa y me hacía cocinarles a cualquier hora, incluso recién parida, pero yo no lo dejaba porque lo quería, lo ayude a tener una manzana de tierra y la casa, cuidaba los mozos, pero para el yo no tenía ni voz ni voto aquí, una vez me dijo que dividiéramos la casa para que metiera a otra mujer a vivir con él, yo ahí fue que le dije que se fuera y no volví con él. Tuve trece hijos, se me murieron siete, quedaron seis, por ellos busque mil formas para ganarme la vida y cuidarlos hoy, estoy satisfecha porque hoy ya son hombres mayores y les di lo que pude por mi cuenta” dice Juana Lourdes.
Parte de la odisea de su vida por criar a sus hijos la vivió en tiempos de revolución de los años ochenta en el país, por lo que, para mitigar la escasez de alimentos, participó en actividades con tropas sandinistas donde por cortar café y acompañar en los velatorios aunque se arriesgara a estar en medio de los enfrentamientos, le garantizaba un quintal de harina, arroz y azúcar. Juana Lourdes recuerda que hizo de todo para poder mantener a su familia, cosía ropa, hacia nacatamales y pan, pero la competencia en el mercado local la hizo seguir buscando el sustento de su hogar.
Como la mujer de fe que siempre ha sido, la productora recuerda que se encomendaba a Dios diariamente pues, muchas veces llegaron buscarla batallones de la seguridad del Estado para que les cocinara y les lavara ropa, la mantuvieron vigilada por rumores que algunas ex parejas del padre de sus hijos habían esparcido, sin embargo, su diligencia para el trabajo logró librarse del peligro que significaba ser una madre soltera campesina en medio de una guerra.

Tenía culminado hasta el tercer grado de primaria, esto le bastó para decidir irse a las Minas, comunidad vecina de Yanke, donde reunió a las familias con niños pequeños para ofrecer sus servicios como maestra local. Entre la comunidad construyeron una escuelita donde ella impartía de acuerdo a sus conocimientos, a cambió recibía cinco córdobas mensuales, cuando los padres no lograban ajustar con su paga, le daban pollo, papas, zanahorias, arroz o l
o que tuvieran al alcance. Fue así como esta escuela quedó fundada, después, fue a otras comunidades a impartir clases, logró fortalecer sus estudios y posteriormente trabajar con el Ministerio de Educación.
Siempre con el afán de ser su propia jefa, Juana Lourdes decidió trabajar con Aldea Global en un programa de huertos familiares, de la mano con una pequeña pulpería donde vendía los huevos de las gallinas que le habían dado. Posteriormente fue beneficiada en un proyecto de Aldea Global, Unión Europea y FUNICA, donde le dieron una manzana de tierra y trecientos arboles de café de carnavalia. Para ese momento ya tenía experiencia en el área de café, sin embargo, por las capacitaciones que recibió al ser asociada, aprendió a implementar técnicas para el manejo del café orgánico.
“Me acuerdo que vinieron de Aldea con los viveros y los huertos familiares con conejos y gallinas, creo la organización estaba iniciando a trabajar aquí, a mí me gustó la idea, y así ya me quedé trabajando con ellos, después de eso ya me puse a
sembrar café, pasaban unos hombres y decían que yo estaba loca por cosechar en un terreno sin sombra, también le puse árboles frutales y de madera, ahí se desarrolló, y dio buen rendimiento” comenta Juana, quien actualmente lleva asociada a Aldea Global más de 18 años.
A la entrada de su finca, nombrada Santa Juana, se encuentra un rótulo que ella orgullosamente señala, donde dice que es parte de los cientos de asociados beneficiados de Aldea Global y del programa Tierra Madre. A sus 62 años, Juana Lourdes sigue apoyando a sus hijos y sus hijas, aconsejándolos para poder administrar sus tierras y estar solvente en sus deudas, pues considera que la honradez, el esfuerzo y la humildad son valores básicos para poder criar una familia.

“De todas las cosas que hice para poder llegar a tener todo lo que hoy tengo, el café es lo que más me ha gustado, con la venta de mi café se ayuda a otras mujeres para que tenga su título de propiedad y también con lo que gana del cultivo del café puedo tener mi vejez tranquila, estoy agradecida con Aldea Global porque ellos y sus capacitaciones me impulsaron a no quedarme estancada y diversificar mi finca para generar ingresos, hoy me siento realizada y es algo que quiero que mis nietos también tengan en mente, para que cuando crezcan mi ejemplo les sirva en sus negocios” finaliza la productora.
Puedes encontrar el café de Juana y el de otras mujeres y hombres productores de café de Nicaragua, Guatemala, Uganda, Colombia, Nueva Guinea y otros países del mundo en el apartado de cafés de nuestra tienda aquí .
Escrito por María Mercedes Alemán
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